COVID-19 ‘vivo’ en heces: ¿Qué implica para su incubación, transmisión e higiene?

AVISO: Este artículo se basa en fuentes científicas para plantear, desde una perspectiva no-experta, sus posibles implicaciones. Se comparte para propiciar una reflexión por parte de expertos en salud pública y políticas sanitarias, y se irá actualizando con las respuestas y novedades relevantes.

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La detección de virus ‘vivo’ en las heces de pacientes con COVID-19 ha llevado a científicos a advertir sobre el riesgo de una transmisión fecal-oral.

A pesar de la importancia que parece tener este hecho, tanto para el manejo clínico de la enfermedad como para políticas de salud preventiva (protocolos de higiene), no parece que se esté teniendo suficientemente en cuenta.

La siguiente exposición pretende invitar a expertos en salud pública a hacer una reflexión y ayudar a responder a las preguntas clave con las que concluye el artículo.

La ciencia:

Una evaluación científica de las vías de transmisión del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 ha subrayado la detección de virus ‘vivo’ en heces. En consecuencia, los investigadores advierten que “el modo de transmisión fecal-oral… no lo debemos ignorar”.

Aparte de la reconocida alta contagiosidad que presenta el COVID-19 en las vías altas respiratorias, y el potencial de infección que presenta el entorno residencial, por la contaminación de teléfonos móviles, por ejemplo, el artículo científico ‘Incertidumbres sobre las vías de transmisión del nuevo coronavirus 2019’ (https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/irv.12735, publicado en ‘Influenza and other respiratory viruses’, Wiley Online Library, en marzo 2020, consultado el 18 de abril) subraya que “se ha detectado la existencia de SARS-CoV-2 vivo en heces”.

“El fenómeno coincide con lo observado en SARS-CoV, o sea una alta expresión de ACE2 en células epiteliales del intestino delgado,” explican los coautores principales del estudio, Qingmei Han y Qingqing Lin, de la Universidad de Zhejiang, en Hangzhou, China, refiriéndose a datos publicados por equipos de investigación en “dos laboratorios estatales independientes importantes”.

El artículo también señala el rol que tuvo la presencia de coronavirus en aguas residuales en la epidemia de SARS de 2002-03, como causa de un brote de 321 casos en una urbanización de Hong Kong, y la relevancia de esa situación para el SARS-CoV-2 de la presente pandemia: “Consideramos que las aguas residuales juegan un papel definitivo en la transmisión”.

“En resumen, el modo de transmisión fecal-oral o ‘fecal-gotita’ puede ser una de varias vías y no debemos ignorarlo,” concluyen. “Hay que hacer un esfuerzo mayor por obtener una imagen completa del proceso de transmisión, de modo que se pueda adoptar medidas de salud pública de manera oportuna para reducir la propagación, dentro de China y más allá.”

Consideraciones:

Las recomendaciones actuales sobre higiene personal se centran casi exclusivamente en lavarse las manos a fondo y frecuentemente, así como evitar tocarse la cara, los ojos, la nariz o la boca, particularmente en entornos públicos, dado el mayor riesgo de exposición a superficies contaminadas con COVID-19.

Sin embargo, en el entorno ‘seguro’ del hogar, con todos los miembros de la familia asintomáticos y protegidos o incluso totalmente aislados, la percepción generalizada es que, habiendo tenido cuidado de desinfectar los objetos de mayor manejo cotidiano (teléfonos celulares, llaves, pomos de puertas, etc), el único riesgo de contagio por COVID-19 lo presenta el mundo exterior – es decir, mediante bienes que se introducen en el hogar.

Hay que decir también que, aunque sea de esperar que nos lavamos las manos siempre después de ir al baño – o de cambiar pañales, por ejemplo – la ciudadanía no será consciente del riesgo de transmisión fecal, ni, por lo tanto, de la necesidad de lavarse las manos igualmente a fondo que cuando se viene de la calle, por ejemplo.

La situación parece sugerir también que existe un riesgo de transmisión viral que el papel higiénico por sí solo no logrará eliminar. ¿Acaso no sería cuestión de aconsejar lavados más profundos, y de alertar sobre el riesgo de transmisión mediante ropa sucia, por ejemplo?

El rol de la transmisión fecal en la epidemiología e inmunología del COVID-19 es una cuestión para los expertos. Por lo menos del referido estudio se desprende que hay que tener en cuenta su posible papel en ciertos casos o brotes; quizá explique situaciones en los que el volumen de casos nuevos supera lo que se esperaría de un confinamiento estricto, por ejemplo.

Sin embargo, en cuanto a salud pública, la vía fecal parece tener implicaciones inmediatas para aquellas estrategias destinadas a interrumpir la transmisión, sobre todo en cuanto a protocolos de higiene personal, especialmente en regiones del mundo con infraestructuras urbanas menos desarrolladas.

Cuestiones clave:

La posibilidad de una transmisión fecal invita a las siguientes reflexiones:

  1. ¿En qué medida podría una incubación intestinal: (a) explicar retrasos en la aparición e identificación de síntomas; (b) afectar la respuesta inmunológica; y/o (c) alargar inesperadamente los períodos de transmisión?
  2. ¿Qué riesgo hay de que el presente protocolo diagnóstico (por frotis nasofaríngeo) no identifique una infección intestinal? (En otras palabras: En casos de infección intestinal, ¿se garantiza una suficiente carga viral en las vías altas respiratorias?)
  3. ¿Qué riesgo insospechado de transmisión presenta la incubación intestinal del COVID-19 (especialmente en entornos familiares, percibidos como netamente seguros)?
  4. ¿Se debería adaptar los protocolos de higiene personal (lavado, tanto de manos como anal) para reducir el riesgo de transmisión?
  5. ¿Cuán más relevantes y urgentes son estas consideraciones para las regiones menos desarrolladas del mundo, especialmente dada la evidencia de transmisión del SARS en aguas negras residenciales?

Bernard Murphy

(Se ruega responder via Twitter @medtech_BM, solicitando conectar para comunicarnos por mensaje personal y/o e-mail)